12/24/2014

Recuerdos 4: O estrellarme una copa de celos, le dio por reír.

El mes de Noviembre pasó volando. 2011 comenzó de una manera sublime. Mi Tour Guerra Fría iba impecable. Me estaba brindando millones de sentimientos que hace años pude sentir. El CD de Guerra Fría lo íbamos a reeditar para finales de año, donde íbamos añadir un pequeño DVD con el tema que compuse con Vanesa“El día de antes”.
Con ella iba todo genial. Todavía no le habíamos puesto nombre a lo que teníamos. Pero aún así me encantaba.
Ese día amanecí en su cama. Se podía escuchar un murmuro leve pero claro de un piano que venía del mismo cuarto.
Con pereza me estiro, abro los ojos y ahí está. Con un lápiz en la oreja mientras que con sus manos conjugaba una serie de acordes mientras tarareaba algo nuevo.
Sonrío, todavía no se ha dado cuenta que me he despertado.
La veo fruncir el ceño, coge el lápiz, tacha y escribe, se vuelve a colocar el lápiz en la oreja. Aguantando mis ganas de reír, me tapo la boca y la escucho entonar:
Ey, ahora te vas, esto es así,
no se puede ganar siempre”
Vane se deja apoyar su espalda contra el respaldo de la silla, se le puede ver en la cara lo orgullosa que esta de este último tema.
-Buenos días...- Digo aún semidespierta.
-Hola.- Termina de apuntar algo en el folio, se levanta y se acuesta a mi lado.
-¿Como has dormido?.- Pregunta sin antes dejar un beso en mi frente.
-Muy bien.- Sonrío ampliamente, no le puedo decir nada más.
El tiempo pasó rapidísimo. Ella comenzó a contarme lo que estaba componiendo. Yo la escuchaba atentamente y no sé como acabemos hablando de nuestras vidas pasadas.
Quise saber un poco más de ella. De lo que hizo antes de conocerla. Yo le conté un poco mi vida privada. Como fueron mis últimas relaciones y el porque terminaron.
-Y eso fue lo que pasó... ¿Y tú?.- Pregunto acomodándome un cojín entren las piernas.
-¿Y yo qué?.
-¿Qué como acabaron?.
Hace una pausa. Mira hacia la pared y luego hacia el techo.
Yo la miraba extrañada, parecía que me estaba pidiendo tiempo muerto para pensar.
-Pues mal.- Ríe.- Si no, no estaría aquí contigo.
-Ya lo sé idiota, me refiero al por qué terminaron.
Vuelve a apartarme la mirada. Piensa entre si contármelo o no, y yo insisto.
-¿Qué paso?.- Pregunto curiosa.
Coge una bocanada de aire y lo suelta todo de golpe.
-Fui infiel.
-¿Infiel?
-¡Si! infiel, no me hagas repetirlo otra vez.
-No tienes cara de ser así...
Al instante de decir esta última frase, me arrepiento. Soy una bocazas, a mi se me nota en la cara y a ella también. Con el gesto más que confuso, apoya su espalda en el cabecero de la cama y pregunta:
-¿Y de que tengo cara si se puede saber?
Esa pregunta hace que me sienta peor que antes.
Respiro hondo, y tras sabiendo que he metido la mata hasta el fondo, me dispongo a meterla más si cabe.
-No sé...- Resoplo.- De buena persona...
Vale... ¡Error! La estoy cagando cada vez más.
-Perdona, he sido infiel no he matado a nadie.
-Ya, ya... y ¿Te arrepientes?.
-No.
-¿No?
-No...
-Joer.- Susurro.
Me quedo de piedra. No sé que decirle. Opto por quedarme calla, creo que hoy por hoy ha sido suficiente.
Ella se da cuenta de mi cara, sonríe.
-Fue hace mucho tiempo, de hecho esa persona ahora no quiere ni verme.
-¿Y que quieres que haga? ¿Que se vaya de fiesta contigo?
-¡Pues debería! Oye hablando de fiesta... ¿Te apetece salir esta noche?.
Me lo pienso unos segundos. No me queda más remedio que aceptar. Me miraba con ganas y me resultaba muy difícil decirle que me apetecía más quedarme con ella entre mantas mientras vemos una peli al azar.
-Esta bien, pero solo un par de copas.- Le advierto. Ella asiente divertida.
Cuando cayó la noche me llevó a un local cerca de la playa. El ambiente era inigualable. Ella decía que era uno de los mejores que podían haber en Málaga. Discreto, buena música, poca gente, cerca de la playa... Me gustó tanto como me lo describió que decidimos ir ahí.
Cuando bajamos del coche y caminamos unos cuantos metros, enseguida se le acerca una muchacha de pelo negro y ojos verdes. Por la manera que tienen de hablarse me dan a entender que no es la primera vez que se ven.
-¡Vane! ¡Cuanto tiempo sin verte por aquí!.- La de los ojos verdes se apoya en MI Vane y le da dos besos.
Vane habla muy suelta con esta mujer. Yo me cruzo de brazos esperando a que aquella tía me devuelva a mi chica..
Cuando se despiden ando más seria de lo normal.
Vane esta en su salsa. Camina de forma segura. Yo parezco su sombra. Con la mirada puesta en todas partes entramos al local. Al hacerlo, lo primero que veo es una jauría de gente que colapsa por completo el garito.
No llego a entender el concepto de “poca gente” de Vanesa.
Antes de seguir nuestro camino me coge de la mano. Al hacerlo no puedo evitar que una sonrisa se pose en mi boca. Seguimos andando por el pub, Vane nos hace hueco entre la gente mientras yo me quedo perpleja de la decoración de bar.
A lo lejos, cerca de los baños hay como una zona vip. Apartada de todo el jaleo. A escasos metros el hombre que custodia aquella zona se toca la corbata al vernos llegar. Al estar a dos pasos de aquella zona, el hombre de traje con una sonrisa bastante amigable se aparta cediéndonos el paso.
Aquí la música no retumba tan fuerte. Mis ojos tardan en acostumbrarse a la poca luz que hay en esta zona vip. Gracias a una diminuta lámpara que adorna en el centro de la mesa puedo ver el rostros de Vanesa.
Nos sentamos en la mesa más apartada que hay de la barra.
Me sorprende todo lo que hay en esta zona. Apenas hay 5 personas. Cuando nos sentamos inmediatamente viene una mujer con una botella y dos copas. Desde que hemos entrado aquí mi sonrisa no ha querido irse. Estoy feliz. No puedo estar mejor. El sito es precioso. Ella no puede estar más guapa.
-Vane...- Digo sorprendida paseando mi mirada de nuevo por todo el local.- El sitio es precioso.
-Sabía que te iba a gustar.
Comenzamos hablar mientras me cuenta las tantas veces que ha venido aquí. La botella por momentos se iba vaciando.
-Voy a por otra.
Vane ladea su sonrisa. Y aguantando mis ganas de comérmela ahí mismo le contesto con otra sonrisa que habla por si sola.
Tras echarle otro ojo al local. Cuando llevo mis ojos a la barra mi sonrisa que antes permanecía permanente se congela. Se esfuma al ver a Vanesa hablando con una chica.
¡No puedo estar más celosa! La chica que aparenta como mucho 25 años se acerca peligrosamente a ella.
Me revuelvo. Intento controlar a la garrula que llevo dentro. Mi respiración empieza a ir a contra tiempo. Aparto la mirada, la llevo hacia la lamparita de la mesa, pero como soy una cotilla empedernida vuelvo mi vista hacia Vane cuando la escucho reír. Pero no una risa cualquiera. Esa risa me la conozco yo. Resoplo. Respiro. Bufo. Ahora, en estos momentos parezco una puta olla exprés.
La chica está coqueteando con ella, y de que manera.
Caída de ojos, toqueteo de pelo, sonrisas que la invitan a algo más... Y yo harta de ver más, cojo mis cosas al ver como la chica le apunta algo a Vane en una servilleta. Y Vane para añadir más leña a mis celos, se guarda la servilleta en el bolsillo de atrás del pantalón.
Al salir escopeteada, Vane me ve. La escucho como me llama. Pero mis pies no parecen querer parar.
Cuando salgo del local noto como Vane va detrás mía.
-¡Malú!.
No quiero oírla. ¿Pero quien se ha creído que es?
-¿Qué te pasa?.
Esa frase hace pararme. Me quito la chaqueta de la peor manera. Doy una vuelta sobre mi misma. La puta cremallera se ha quedado atascada y parece que este bailando sevillanas. Termino tirándola por lo aires.
-¿Es que no me ves...?- Estiré mis manos. Ella me miró de arriba abajo. Ladeo su cara y sin entender nada dijo:
-Claro que te veo...-Tras finalizar su frase con una adorable y contagiosa risa da unos cuantos pasos hacia delante, intento reprimir esas ganas que me entran de reír a mi también. Me hago notar, estoy enfadada y quiero que me tome enserio.
-Pero no te rías joder.- Pataleo. Ella ríe más. -Eres una gilipollas.- Cogí mi bufanda y se la tiré al cuerpo. Ella la coge al vuelo y como no sin parar de reír apunta:
-Como sigas quitándote ropa vas acabar en bolas.
Me giro y comienzo andar rápido.
A lo lejos la escucho decir alto y claro:
-No voy a ir detrás tuya.
Al darme cuenta todos los metros que me he recorrido miro a mi alrededor y todo esta completamente oscuro. Ni una puta farola que alumbre este cacho de playa.
Me giro, ella esta parada, con mi bufanda y chaqueta en las manos. De repente la brisa me pone la piel de gallina y no tardo en poner mis manos sobre mis brazos.
Camino hacia ella. Vanesa permanece seria.
Cuando estoy enfrente de ella le pregunto:
-¿Me das mis cosas?.- Ella tuerce una sonrisa y da un paso hacia delante.
-¿Que me has llamado antes?.
Pienso, intento repasar toda la discusión de antes hasta que caigo que le había gritado “Gilipollas” en plena playa.
Me hago la sueca y frunzo el ceño.
-¿Puedes repetirlo?.-Insiste.
-Gilipollas.- Digo del tirón. Estiro mi mano para intentar alcanzar mis cosas pero de un movimiento rápido las esconde tras su espalda y dice:
-Dilo más lento.
Resoplo y se lo vuelvo a repetir.
-Gilipollas... ¿Me das ya mis cosas?.
-Que bien suena esa palabra de tu boca.
Me da mis cosas y caminamos en silencio hasta su coche.
En silencio recorremos los pocos kilómetros que hay del garito hasta su casa. Suena Cadena Dial de fondo.
Seguimos sin hablar.
Me quedo mirando como va conduciendo, al rato, me fijo que esboza una sonrisa, leve, pero sonrisa. No me hace falta más para volver a estallar.
-¿Te tienes que reír de todo siempre?
-¿No me puedo reír?.- Aparta la mirada de la carretera unos segundos para mirarme fijamente a los ojos.
-Te puedes reír, pero no cuando estamos discutiendo.- Sentencio.
Me cruzo de brazos y la veo fruncir el ceño. Pasa su mano por su nuca, aprovecha un semáforo en rojo para volver a mirarme.
-Discúlpame señorita, pero aquí la única que esta discutiendo es usted.
Eso me toca la moral. Me revuelvo en mi asiento y quitándome de nuevo la bufanda clavo mi ojos ardientes en ella.
-¿Yo? ¿Qué solo estoy discutiendo yo?.
Me quito el cinturón. Trasteo la puerta en busca del seguro para abrir la puerta. Cuando me ve, ella intenta hablar conmigo pero estoy tan encendida que maldigo y suelto miles de improperios. Le suelto un sin fin de reproches que no vienen a cuento. Ella atónita me mira.
-¿Lo ves?.- Comienza hablar.- Eres tú sola.
-¡Para el coche!.
-No... Malú estamos aquí al...
-¡Que pares el maldito coche!.
Es tal el frenazo que pega que mi cuerpo se estampa contra la guantera. La fusilo con la mirada. Su sonrisa vuelve a parecer y a mi me entran unas ganas horribles de arrancansela de la cara.
Salgo del coche a trompicones, pego tal portazo que enseguida Vane baja la ventanilla.
-Perdona...- Dice asomándose por ella.- ¿Podrías volver a cerrar la puerta? Esque creo que no la has cerrado bien.- Carcajea y arranca dejándome sola en la intemperie de Málaga.
La calle esta alumbrada con apenas 5 farolas, de las cuales dos no paran de parpadear hasta que una de ellas de apaga. “Perfecto” me hablo a mi misma al sentir en mi cuerpo unas tímidas gotas de agua.
A oscuras y lloviendo y sin saber muy bien a donde ir.
A lo lejos veo el coche de Vane desaparecer entre la oscuridad.
Tal y como yo quería, me vuelvo a poner la maldita bufanda.
Comienzo andar recto. Del bolso saco mi móvil y unos cascos. Cuando le doy al play suena ella. Pataleo.
¡¿Es que tiene que estar en todas partes?!
Cuando llevo andando más de 20 minutos, pude ver como un coche iba dirección hacia mi. Sus luces me ciegan, ¡el muy cabrón lleva las largas puesta!
-Qué buena noche se ha quedado ¿no?.- Fue bajando velocidad del coche hasta ir a mi paso.
-¿A esto le llamas buena noche?.

12/11/2014

Capitulo 4: Otra vez te eché de menos ¿Cuánto va a durarnos esto?

Málaga, mi destino favorito para volver a encontrarme y relajarme. El mar, el aire, todo, aquí todo es diferente. La forma de hablar, caminar, pensar, ser, aquí no existen ni Lunes desastrosos ni Domingos aburridos. Aquí la coletilla “Martín” se queda en Madrid. Aquí, en Málaga simplemente soy Vane, la hija de “La Toñi”.

Hoy era un día cualquiera, ¿sábado, domingo? No lo sé muy bien, hace tiempo que no miro ni el calendario ni el reloj. Solo sé que lo pasé reflexionando junto a la orilla. Era día de guitarra, folios, tinta y mar.

Al volver me di cuenta que mi casa había pasado de ser de personas decentes a un montón de psicópatas insaciables.
-¿Que pasa aquí?.- Entro al comedor y veo a mi madre arreglando a mi sobrina pequeña y a mi hermano mayor junto a su hija hablando pasando de los decibelios normales.

Mi ahijada se deshace de las manos de mi madre, corre por el pasillo pero antes de que se meta en el cuarto la cojo al vuelo.
-¿A donde vas tú?.- Le pregunto. Ella con una sonrisa que no le cabía en los labios me responde:
-Al concierto de Malú.- La dejo en el suelo y voy hacia mi madre. Necesito verificar dicha información.
-¡Mama!.- Doy pasos acelerados hasta tenerla enfrente.-¿A donde vais?
-A donde vamos querrás decir.- Responde con autoridad.
-Esta bien, ¿a donde vamos entonces?.
-A Fuenguirola.
-¿A qué?.
Mi madre, con la misma sonrisa que mi ahijada, me enseña las entradas para el concierto y responde a mi pesar:
-Al concierto de Malú.
-¿Lo qué?.
-Lo que oyes.
Miré hacia abajo, solo por dos motivos, el primer motivo era intentar tranquilizarme y el segundo pero no menos importante era para buscar frases, palabras lo que fuera para decirle a mi madre y no terminar por faltarle al respeto.
Opto por algo sencillo, rápido y entendible.
-Mama....- Cojo su cara y mirándola fijamente a los ojos digo pausadamente.- No voy a ir.
-Si vas a ir... Vanesa, cariño.
-Mama, no te lo estaba preguntando.
-Como quieras...
Camino hacia el sofá y me siento al lado de la única persona cuerda de toda la casa, mi abuela.
Cuando lo hago, lo hago cruzándome de piernas y brazos. Mi abuela clava sus ojos en mi, pero intento no darle importancia, pero con ella es imposible.
-Abuela, no quiero ir...- Digo sin que ella diga nada, solo su mirada me dice todo lo que me quiere decir.
-Mi niña...- Pone una de sus manos sobre mi pierna.- Yo no te he dicho nada.
-Ya... Pero sé lo que me quieres decir con solo mirarme.- Ahora si, clavo mi mirada en la suya.
-No te pido que vayas, pero solo te pido que no les tengas en cuenta que quieran ir.
-A mi me da igual.
-Les ha invitado Malú y eso les ha hecho más ilusión si cabe... Mira la niña.- Las dos miramos a mi ahijada. Ella estaba con unos pantaloncitos vaqueros y una camiseta blanca. No paraba de mirarse al espejo y de corretear por la casa. Estaba deseando irse solo para ver a Malú.
-Rocío es la que más a querido a Malú.- Digo sin quitarle ojo a mi niña.
-Hombre... Cuando Malú llegó a esta casa, Rocío estaba a días de nacer, prácticamente Malú ha estado en la vida de ella, es normal que la eche de menos y que quiera verla.

Siguiendo con mi mirada los pasos de mi sobrina, comenzaron a venirme un montón de recuerdos con ella y Malú. Sobre todo las noches. Cuando nos quedábamos a dormir en casa de mi madre, Rocío solía dormir con nostras en una cama de 90.
A mi siempre me hacían dormir con mi espalda pegada a la pared, Malú decía que así nos ahorraríamos caídas inesperadas. Mi sobrina, como siempre, estaba de parte de Malú y no me quedaba más remedio que dormir ahí. Y la verdad que la perspectiva era maravillosa.

Cuando ellos se fueron, sin pensarlo, cogí mi guitarra y las llaves del coche. Tras despedirme de mi abuela con un “Ahora vengo” me dirigí hacia la playa.
No entienda muy bien el agobio que sienta en mi cuerpo. Me despedí de ella porque no tengo el valor suficiente para decirle a la cara lo que siento. Y siento muchas cosas, y aunque ella sabe algunas cosas que le conté aquel día, no es ni una tercera parte de lo que tengo guardado para mi... Y ahora aparece como si nada y pretende que vaya a su concierto a verla...

Cuando llegué a la playa lo primero que hice fue sentarme en la arena y sacar la guitarra. Con la mirada puesta en el mar toqué varios acordes al azar. Y con la guitarra bien afinada puse a mi mente en modo aleatorio. Comencé a tocar “Hablas”.

Cuidas, que de tu lenguaje nunca nada comprometa 
Y yo que me muero por soltarme la coleta”



No sé el tiempo que pasé tocando casi todo el repertorio de mi nuevo CD. Con las manos cansadas y la voz casi rota eche mi vista hacia el cielo en su busca. La buscaba a ella, necesitaba su voz... Su voz que me sirva de aliento para poder enfrentarme a esto. Apreté mis puños y abrí los ojos.

"Abuela, ayúdame... Ayúdame por favor."

Abrían pasado más de dos horas en las que estuve "hablando" sola. Buscaba que me dijera que todo iba a salir bien, y que dentro de poco Malú volverá y será todo como fue al principio.
Pero todo se derrumba al sentirme de nuevo sola en mi triste y cruda realidad.
Seguían pasando los minutos hasta que mi tiempo se paró al escuchar un coche pararse justo detrás de mi.
Oí su voz desesperada. Me llamaba y no sé si me llamaba porque necesitaba verme o era para volver a la guerra. Y yo hoy no estoy preparada para ninguna guerra.

-Vane...- La escucho por detrás. Su tono de voz arrastra inseguridad y ansiedad. Cierro los ojos y respiro del aire que me trae la playa.


-¿Qué?.- Susurro. Dejo mi guitarra a un lado y me levanto de la arena. Me giro y me la encuentro apoyada en mi coche con una camisa de cuadros, un pantalón negro y unas convers. Su cara delata lo que su voz ya me dijo. Parece mentira que acaba de salir de un concierto. Ella siempre después de un concierto no había quien la parara. El subidón le duraba horas. Y ahora se le ve desganada, con poco tiempo y por su cara diría que un poco enfadada.

-¿Podemos hablar como dos personas normales?.- Se descruza de brazos y camina. Yo me encojo de hombros dándome por vencida una vez más.
-¿Por qué no has venido al concierto?.- Pregunta. Sin saber muy bien que contestar me vuelvo a encoger de hombros.
Se escuchaba como las olas rompían sobre las rocas. El airecillo que subía por las dunas y poco más. Yo hace mucho que me quedé sin respuestas y ella con muchas preguntas por hacer.
-Vane... Tú no estas bien.- Dijo colocando suavemente sus manos en mi cara. Yo las intenté esquivar pero ella me obligó a mirarla a la cara.
-No digo que estés así por lo que pasó entre nosotras. Me refiero mentalmente tu no estas bien.- Su cara de preocupación me asusta. Malú siempre ha sido muy exagerada. Sé que muchas cosas, circunstancias, momentos, me han cambiado el estado de ánimo, pero tampoco estoy, tan, tan, tan mal como dice ella.
-Estoy bien.- Digo segura. No sé de donde me saco una sonrisa que a mi me llega a convencer. Ella achina los ojos y aprieta más sus manso en mi cara. Con un movimiento rápido de cuello me deshago de sus manos.
-¡Illa!.- Paso mis manos por mi cara y reguño.- ¡Me vas a romper la mandíbula!.
-Cuanto tiempo sin escucharlo...- La miro extrañada mientras ella comienza a reírse sin control.
-¡Illa!.- Imita mi acento y vuelve a reír.
Mientras que caminaba hacia mi coche intentaba no reírme, intentaba aparentar lo que no era, y a mi eso de hacerme la dura me sale muy mal, así que deje de un lado todo y comencé a reírme con ella. Me apoyé en mi coche y la vi caminar hacia mí limpiándose las lágrimas que salían de sus ojos.


-Hacia tiempo que no me reía de esta manera.- Dijo dejando todo el peso de golpe en el capo de mi coche. Por unos instantes permanecemos calladas. Disfrutando de este momento que hacía un año que no teníamos. Por unos instantes hemos enterrado el hacha de guerra y volvemos a ser lo de antes.
-Vane...
Pasé de contestarle y fui directa a mirarle a los ojos.
-He echado tanto de menos estos momentos contigo...- Acarició suavemente mi mejilla. Volví a sonreír. Esta vez fue una sonrisa sincera. Yo también había echado de menos estos momentos con ella. Es más, no quiero perderlos.
Me dispongo a hablar y a decirle que yo también los echo de menos, pero su boca fue más rápida que la mía y termina por cubrir la mía.
Mi reacción instintiva fue dar varios pasos hacia atrás, intentando pararla, que no me volviera a besar. Sobre todo eso... Que no me volviera a besar.
Ella caminaba esta vez lento, con una mirada que ardía y que me invitaba, como otras tantas, a quererla.
Volví apoyarme en el coche. Extasiada por su beso, intento mantener las formas y reprimir mi instinto más salvaje. Ella lo sabe, se da cuenta que estoy luchando por no bersala. Eso le aviva más y camina hasta que su frente y la mía terminan juntándose. Pasa su lengua por su labio inferior y termina por susurrar:
-¿Quieres más?.



Novela "Aquí y Ahora"

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