Con ella iba todo genial. Todavía no le habíamos puesto nombre a lo que teníamos. Pero aún así me encantaba.
Ese día amanecí en su cama. Se podía escuchar un murmuro leve pero claro de un piano que venía del mismo cuarto.
Con pereza me estiro, abro los ojos y ahí está. Con un lápiz en la oreja mientras que con sus manos conjugaba una serie de acordes mientras tarareaba algo nuevo.
Sonrío, todavía no se ha dado cuenta que me he despertado.
La veo fruncir el ceño, coge el lápiz, tacha y escribe, se vuelve a colocar el lápiz en la oreja. Aguantando mis ganas de reír, me tapo la boca y la escucho entonar:
“Ey, ahora te vas, esto es así,
no se puede ganar siempre”
Vane se deja apoyar su espalda contra el respaldo de la silla, se le puede ver en la cara lo orgullosa que esta de este último tema.
-Buenos días...- Digo aún semidespierta.
-Hola.- Termina de apuntar algo en el folio, se levanta y se acuesta a mi lado.
-¿Como has dormido?.- Pregunta sin antes dejar un beso en mi frente.
-Muy bien.- Sonrío ampliamente, no le puedo decir nada más.
El tiempo pasó rapidísimo. Ella comenzó a contarme lo que estaba componiendo. Yo la escuchaba atentamente y no sé como acabemos hablando de nuestras vidas pasadas.
Quise saber un poco más de ella. De lo que hizo antes de conocerla. Yo le conté un poco mi vida privada. Como fueron mis últimas relaciones y el porque terminaron.
-Y eso fue lo que pasó... ¿Y tú?.- Pregunto acomodándome un cojín entren las piernas.
-¿Y yo qué?.
-¿Qué como acabaron?.
Hace una pausa. Mira hacia la pared y luego hacia el techo.
Yo la miraba extrañada, parecía que me estaba pidiendo tiempo muerto para pensar.
-Pues mal.- Ríe.- Si no, no estaría aquí contigo.
-Ya lo sé idiota, me refiero al por qué terminaron.
Vuelve a apartarme la mirada. Piensa entre si contármelo o no, y yo insisto.
-¿Qué paso?.- Pregunto curiosa.
Coge una bocanada de aire y lo suelta todo de golpe.
-Fui infiel.
-¿Infiel?
-¡Si! infiel, no me hagas repetirlo otra vez.
-No tienes cara de ser así...
Al instante de decir esta última frase, me arrepiento. Soy una bocazas, a mi se me nota en la cara y a ella también. Con el gesto más que confuso, apoya su espalda en el cabecero de la cama y pregunta:
-¿Y de que tengo cara si se puede saber?
Esa pregunta hace que me sienta peor que antes.
Respiro hondo, y tras sabiendo que he metido la mata hasta el fondo, me dispongo a meterla más si cabe.
-No sé...- Resoplo.- De buena persona...
Vale... ¡Error! La estoy cagando cada vez más.
-Perdona, he sido infiel no he matado a nadie.
-Ya, ya... y ¿Te arrepientes?.
-No.
-¿No?
-No...
-Joer.- Susurro.
Me quedo de piedra. No sé que decirle. Opto por quedarme calla, creo que hoy por hoy ha sido suficiente.
Ella se da cuenta de mi cara, sonríe.
-Fue hace mucho tiempo, de hecho esa persona ahora no quiere ni verme.
-¿Y que quieres que haga? ¿Que se vaya de fiesta contigo?
-¡Pues debería! Oye hablando de fiesta... ¿Te apetece salir esta noche?.
Me lo pienso unos segundos. No me queda más remedio que aceptar. Me miraba con ganas y me resultaba muy difícil decirle que me apetecía más quedarme con ella entre mantas mientras vemos una peli al azar.
-Esta bien, pero solo un par de copas.- Le advierto. Ella asiente divertida.
Cuando cayó la noche me llevó a un local cerca de la playa. El ambiente era inigualable. Ella decía que era uno de los mejores que podían haber en Málaga. Discreto, buena música, poca gente, cerca de la playa... Me gustó tanto como me lo describió que decidimos ir ahí.
Cuando bajamos del coche y caminamos unos cuantos metros, enseguida se le acerca una muchacha de pelo negro y ojos verdes. Por la manera que tienen de hablarse me dan a entender que no es la primera vez que se ven.
-¡Vane! ¡Cuanto tiempo sin verte por aquí!.- La de los ojos verdes se apoya en MI Vane y le da dos besos.
Vane habla muy suelta con esta mujer. Yo me cruzo de brazos esperando a que aquella tía me devuelva a mi chica..
Cuando se despiden ando más seria de lo normal.
Vane esta en su salsa. Camina de forma segura. Yo parezco su sombra. Con la mirada puesta en todas partes entramos al local. Al hacerlo, lo primero que veo es una jauría de gente que colapsa por completo el garito.
No llego a entender el concepto de “poca gente” de Vanesa.
Antes de seguir nuestro camino me coge de la mano. Al hacerlo no puedo evitar que una sonrisa se pose en mi boca. Seguimos andando por el pub, Vane nos hace hueco entre la gente mientras yo me quedo perpleja de la decoración de bar.
A lo lejos, cerca de los baños hay como una zona vip. Apartada de todo el jaleo. A escasos metros el hombre que custodia aquella zona se toca la corbata al vernos llegar. Al estar a dos pasos de aquella zona, el hombre de traje con una sonrisa bastante amigable se aparta cediéndonos el paso.
Aquí la música no retumba tan fuerte. Mis ojos tardan en acostumbrarse a la poca luz que hay en esta zona vip. Gracias a una diminuta lámpara que adorna en el centro de la mesa puedo ver el rostros de Vanesa.
Nos sentamos en la mesa más apartada que hay de la barra.
Me sorprende todo lo que hay en esta zona. Apenas hay 5 personas. Cuando nos sentamos inmediatamente viene una mujer con una botella y dos copas. Desde que hemos entrado aquí mi sonrisa no ha querido irse. Estoy feliz. No puedo estar mejor. El sito es precioso. Ella no puede estar más guapa.
-Vane...- Digo sorprendida paseando mi mirada de nuevo por todo el local.- El sitio es precioso.
-Sabía que te iba a gustar.
Comenzamos hablar mientras me cuenta las tantas veces que ha venido aquí. La botella por momentos se iba vaciando.
-Voy a por otra.
Vane ladea su sonrisa. Y aguantando mis ganas de comérmela ahí mismo le contesto con otra sonrisa que habla por si sola.
Tras echarle otro ojo al local. Cuando llevo mis ojos a la barra mi sonrisa que antes permanecía permanente se congela. Se esfuma al ver a Vanesa hablando con una chica.
¡No puedo estar más celosa! La chica que aparenta como mucho 25 años se acerca peligrosamente a ella.
Me revuelvo. Intento controlar a la garrula que llevo dentro. Mi respiración empieza a ir a contra tiempo. Aparto la mirada, la llevo hacia la lamparita de la mesa, pero como soy una cotilla empedernida vuelvo mi vista hacia Vane cuando la escucho reír. Pero no una risa cualquiera. Esa risa me la conozco yo. Resoplo. Respiro. Bufo. Ahora, en estos momentos parezco una puta olla exprés.
La chica está coqueteando con ella, y de que manera.
Caída de ojos, toqueteo de pelo, sonrisas que la invitan a algo más... Y yo harta de ver más, cojo mis cosas al ver como la chica le apunta algo a Vane en una servilleta. Y Vane para añadir más leña a mis celos, se guarda la servilleta en el bolsillo de atrás del pantalón.
Al salir escopeteada, Vane me ve. La escucho como me llama. Pero mis pies no parecen querer parar.
Cuando salgo del local noto como Vane va detrás mía.
-¡Malú!.
No quiero oírla. ¿Pero quien se ha creído que es?
-¿Qué te pasa?.
Esa frase hace pararme. Me quito la chaqueta de la peor manera. Doy una vuelta sobre mi misma. La puta cremallera se ha quedado atascada y parece que este bailando sevillanas. Termino tirándola por lo aires.
-¿Es que no me ves...?- Estiré mis manos. Ella me miró de arriba abajo. Ladeo su cara y sin entender nada dijo:
-Claro que te veo...-Tras finalizar su frase con una adorable y contagiosa risa da unos cuantos pasos hacia delante, intento reprimir esas ganas que me entran de reír a mi también. Me hago notar, estoy enfadada y quiero que me tome enserio.
-Pero no te rías joder.- Pataleo. Ella ríe más. -Eres una gilipollas.- Cogí mi bufanda y se la tiré al cuerpo. Ella la coge al vuelo y como no sin parar de reír apunta:
-Como sigas quitándote ropa vas acabar en bolas.
Me giro y comienzo andar rápido.
A lo lejos la escucho decir alto y claro:
-No voy a ir detrás tuya.
Al darme cuenta todos los metros que me he recorrido miro a mi alrededor y todo esta completamente oscuro. Ni una puta farola que alumbre este cacho de playa.
Me giro, ella esta parada, con mi bufanda y chaqueta en las manos. De repente la brisa me pone la piel de gallina y no tardo en poner mis manos sobre mis brazos.
Camino hacia ella. Vanesa permanece seria.
Cuando estoy enfrente de ella le pregunto:
-¿Me das mis cosas?.- Ella tuerce una sonrisa y da un paso hacia delante.
-¿Que me has llamado antes?.
Pienso, intento repasar toda la discusión de antes hasta que caigo que le había gritado “Gilipollas” en plena playa.
Me hago la sueca y frunzo el ceño.
-¿Puedes repetirlo?.-Insiste.
-Gilipollas.- Digo del tirón. Estiro mi mano para intentar alcanzar mis cosas pero de un movimiento rápido las esconde tras su espalda y dice:
-Dilo más lento.
Resoplo y se lo vuelvo a repetir.
-Gilipollas... ¿Me das ya mis cosas?.
-Que bien suena esa palabra de tu boca.
Me da mis cosas y caminamos en silencio hasta su coche.
En silencio recorremos los pocos kilómetros que hay del garito hasta su casa. Suena Cadena Dial de fondo.
Seguimos sin hablar.
Me quedo mirando como va conduciendo, al rato, me fijo que esboza una sonrisa, leve, pero sonrisa. No me hace falta más para volver a estallar.
-¿Te tienes que reír de todo siempre?
-¿No me puedo reír?.- Aparta la mirada de la carretera unos segundos para mirarme fijamente a los ojos.
-Te puedes reír, pero no cuando estamos discutiendo.- Sentencio.
Me cruzo de brazos y la veo fruncir el ceño. Pasa su mano por su nuca, aprovecha un semáforo en rojo para volver a mirarme.
-Discúlpame señorita, pero aquí la única que esta discutiendo es usted.
Eso me toca la moral. Me revuelvo en mi asiento y quitándome de nuevo la bufanda clavo mi ojos ardientes en ella.
-¿Yo? ¿Qué solo estoy discutiendo yo?.
Me quito el cinturón. Trasteo la puerta en busca del seguro para abrir la puerta. Cuando me ve, ella intenta hablar conmigo pero estoy tan encendida que maldigo y suelto miles de improperios. Le suelto un sin fin de reproches que no vienen a cuento. Ella atónita me mira.
-¿Lo ves?.- Comienza hablar.- Eres tú sola.
-¡Para el coche!.
-No... Malú estamos aquí al...
-¡Que pares el maldito coche!.
Es tal el frenazo que pega que mi cuerpo se estampa contra la guantera. La fusilo con la mirada. Su sonrisa vuelve a parecer y a mi me entran unas ganas horribles de arrancansela de la cara.
Salgo del coche a trompicones, pego tal portazo que enseguida Vane baja la ventanilla.
-Perdona...- Dice asomándose por ella.- ¿Podrías volver a cerrar la puerta? Esque creo que no la has cerrado bien.- Carcajea y arranca dejándome sola en la intemperie de Málaga.
La calle esta alumbrada con apenas 5 farolas, de las cuales dos no paran de parpadear hasta que una de ellas de apaga. “Perfecto” me hablo a mi misma al sentir en mi cuerpo unas tímidas gotas de agua.
A oscuras y lloviendo y sin saber muy bien a donde ir.
A lo lejos veo el coche de Vane desaparecer entre la oscuridad.
Tal y como yo quería, me vuelvo a poner la maldita bufanda.
Comienzo andar recto. Del bolso saco mi móvil y unos cascos. Cuando le doy al play suena ella. Pataleo.
¡¿Es que tiene que estar en todas partes?!
Cuando llevo andando más de 20 minutos, pude ver como un coche iba dirección hacia mi. Sus luces me ciegan, ¡el muy cabrón lleva las largas puesta!
-Qué
buena noche se ha quedado ¿no?.- Fue bajando velocidad del coche
hasta ir a mi paso.
-¿A
esto le llamas buena noche?.