12/24/2014

Recuerdos 4: O estrellarme una copa de celos, le dio por reír.

El mes de Noviembre pasó volando. 2011 comenzó de una manera sublime. Mi Tour Guerra Fría iba impecable. Me estaba brindando millones de sentimientos que hace años pude sentir. El CD de Guerra Fría lo íbamos a reeditar para finales de año, donde íbamos añadir un pequeño DVD con el tema que compuse con Vanesa“El día de antes”.
Con ella iba todo genial. Todavía no le habíamos puesto nombre a lo que teníamos. Pero aún así me encantaba.
Ese día amanecí en su cama. Se podía escuchar un murmuro leve pero claro de un piano que venía del mismo cuarto.
Con pereza me estiro, abro los ojos y ahí está. Con un lápiz en la oreja mientras que con sus manos conjugaba una serie de acordes mientras tarareaba algo nuevo.
Sonrío, todavía no se ha dado cuenta que me he despertado.
La veo fruncir el ceño, coge el lápiz, tacha y escribe, se vuelve a colocar el lápiz en la oreja. Aguantando mis ganas de reír, me tapo la boca y la escucho entonar:
Ey, ahora te vas, esto es así,
no se puede ganar siempre”
Vane se deja apoyar su espalda contra el respaldo de la silla, se le puede ver en la cara lo orgullosa que esta de este último tema.
-Buenos días...- Digo aún semidespierta.
-Hola.- Termina de apuntar algo en el folio, se levanta y se acuesta a mi lado.
-¿Como has dormido?.- Pregunta sin antes dejar un beso en mi frente.
-Muy bien.- Sonrío ampliamente, no le puedo decir nada más.
El tiempo pasó rapidísimo. Ella comenzó a contarme lo que estaba componiendo. Yo la escuchaba atentamente y no sé como acabemos hablando de nuestras vidas pasadas.
Quise saber un poco más de ella. De lo que hizo antes de conocerla. Yo le conté un poco mi vida privada. Como fueron mis últimas relaciones y el porque terminaron.
-Y eso fue lo que pasó... ¿Y tú?.- Pregunto acomodándome un cojín entren las piernas.
-¿Y yo qué?.
-¿Qué como acabaron?.
Hace una pausa. Mira hacia la pared y luego hacia el techo.
Yo la miraba extrañada, parecía que me estaba pidiendo tiempo muerto para pensar.
-Pues mal.- Ríe.- Si no, no estaría aquí contigo.
-Ya lo sé idiota, me refiero al por qué terminaron.
Vuelve a apartarme la mirada. Piensa entre si contármelo o no, y yo insisto.
-¿Qué paso?.- Pregunto curiosa.
Coge una bocanada de aire y lo suelta todo de golpe.
-Fui infiel.
-¿Infiel?
-¡Si! infiel, no me hagas repetirlo otra vez.
-No tienes cara de ser así...
Al instante de decir esta última frase, me arrepiento. Soy una bocazas, a mi se me nota en la cara y a ella también. Con el gesto más que confuso, apoya su espalda en el cabecero de la cama y pregunta:
-¿Y de que tengo cara si se puede saber?
Esa pregunta hace que me sienta peor que antes.
Respiro hondo, y tras sabiendo que he metido la mata hasta el fondo, me dispongo a meterla más si cabe.
-No sé...- Resoplo.- De buena persona...
Vale... ¡Error! La estoy cagando cada vez más.
-Perdona, he sido infiel no he matado a nadie.
-Ya, ya... y ¿Te arrepientes?.
-No.
-¿No?
-No...
-Joer.- Susurro.
Me quedo de piedra. No sé que decirle. Opto por quedarme calla, creo que hoy por hoy ha sido suficiente.
Ella se da cuenta de mi cara, sonríe.
-Fue hace mucho tiempo, de hecho esa persona ahora no quiere ni verme.
-¿Y que quieres que haga? ¿Que se vaya de fiesta contigo?
-¡Pues debería! Oye hablando de fiesta... ¿Te apetece salir esta noche?.
Me lo pienso unos segundos. No me queda más remedio que aceptar. Me miraba con ganas y me resultaba muy difícil decirle que me apetecía más quedarme con ella entre mantas mientras vemos una peli al azar.
-Esta bien, pero solo un par de copas.- Le advierto. Ella asiente divertida.
Cuando cayó la noche me llevó a un local cerca de la playa. El ambiente era inigualable. Ella decía que era uno de los mejores que podían haber en Málaga. Discreto, buena música, poca gente, cerca de la playa... Me gustó tanto como me lo describió que decidimos ir ahí.
Cuando bajamos del coche y caminamos unos cuantos metros, enseguida se le acerca una muchacha de pelo negro y ojos verdes. Por la manera que tienen de hablarse me dan a entender que no es la primera vez que se ven.
-¡Vane! ¡Cuanto tiempo sin verte por aquí!.- La de los ojos verdes se apoya en MI Vane y le da dos besos.
Vane habla muy suelta con esta mujer. Yo me cruzo de brazos esperando a que aquella tía me devuelva a mi chica..
Cuando se despiden ando más seria de lo normal.
Vane esta en su salsa. Camina de forma segura. Yo parezco su sombra. Con la mirada puesta en todas partes entramos al local. Al hacerlo, lo primero que veo es una jauría de gente que colapsa por completo el garito.
No llego a entender el concepto de “poca gente” de Vanesa.
Antes de seguir nuestro camino me coge de la mano. Al hacerlo no puedo evitar que una sonrisa se pose en mi boca. Seguimos andando por el pub, Vane nos hace hueco entre la gente mientras yo me quedo perpleja de la decoración de bar.
A lo lejos, cerca de los baños hay como una zona vip. Apartada de todo el jaleo. A escasos metros el hombre que custodia aquella zona se toca la corbata al vernos llegar. Al estar a dos pasos de aquella zona, el hombre de traje con una sonrisa bastante amigable se aparta cediéndonos el paso.
Aquí la música no retumba tan fuerte. Mis ojos tardan en acostumbrarse a la poca luz que hay en esta zona vip. Gracias a una diminuta lámpara que adorna en el centro de la mesa puedo ver el rostros de Vanesa.
Nos sentamos en la mesa más apartada que hay de la barra.
Me sorprende todo lo que hay en esta zona. Apenas hay 5 personas. Cuando nos sentamos inmediatamente viene una mujer con una botella y dos copas. Desde que hemos entrado aquí mi sonrisa no ha querido irse. Estoy feliz. No puedo estar mejor. El sito es precioso. Ella no puede estar más guapa.
-Vane...- Digo sorprendida paseando mi mirada de nuevo por todo el local.- El sitio es precioso.
-Sabía que te iba a gustar.
Comenzamos hablar mientras me cuenta las tantas veces que ha venido aquí. La botella por momentos se iba vaciando.
-Voy a por otra.
Vane ladea su sonrisa. Y aguantando mis ganas de comérmela ahí mismo le contesto con otra sonrisa que habla por si sola.
Tras echarle otro ojo al local. Cuando llevo mis ojos a la barra mi sonrisa que antes permanecía permanente se congela. Se esfuma al ver a Vanesa hablando con una chica.
¡No puedo estar más celosa! La chica que aparenta como mucho 25 años se acerca peligrosamente a ella.
Me revuelvo. Intento controlar a la garrula que llevo dentro. Mi respiración empieza a ir a contra tiempo. Aparto la mirada, la llevo hacia la lamparita de la mesa, pero como soy una cotilla empedernida vuelvo mi vista hacia Vane cuando la escucho reír. Pero no una risa cualquiera. Esa risa me la conozco yo. Resoplo. Respiro. Bufo. Ahora, en estos momentos parezco una puta olla exprés.
La chica está coqueteando con ella, y de que manera.
Caída de ojos, toqueteo de pelo, sonrisas que la invitan a algo más... Y yo harta de ver más, cojo mis cosas al ver como la chica le apunta algo a Vane en una servilleta. Y Vane para añadir más leña a mis celos, se guarda la servilleta en el bolsillo de atrás del pantalón.
Al salir escopeteada, Vane me ve. La escucho como me llama. Pero mis pies no parecen querer parar.
Cuando salgo del local noto como Vane va detrás mía.
-¡Malú!.
No quiero oírla. ¿Pero quien se ha creído que es?
-¿Qué te pasa?.
Esa frase hace pararme. Me quito la chaqueta de la peor manera. Doy una vuelta sobre mi misma. La puta cremallera se ha quedado atascada y parece que este bailando sevillanas. Termino tirándola por lo aires.
-¿Es que no me ves...?- Estiré mis manos. Ella me miró de arriba abajo. Ladeo su cara y sin entender nada dijo:
-Claro que te veo...-Tras finalizar su frase con una adorable y contagiosa risa da unos cuantos pasos hacia delante, intento reprimir esas ganas que me entran de reír a mi también. Me hago notar, estoy enfadada y quiero que me tome enserio.
-Pero no te rías joder.- Pataleo. Ella ríe más. -Eres una gilipollas.- Cogí mi bufanda y se la tiré al cuerpo. Ella la coge al vuelo y como no sin parar de reír apunta:
-Como sigas quitándote ropa vas acabar en bolas.
Me giro y comienzo andar rápido.
A lo lejos la escucho decir alto y claro:
-No voy a ir detrás tuya.
Al darme cuenta todos los metros que me he recorrido miro a mi alrededor y todo esta completamente oscuro. Ni una puta farola que alumbre este cacho de playa.
Me giro, ella esta parada, con mi bufanda y chaqueta en las manos. De repente la brisa me pone la piel de gallina y no tardo en poner mis manos sobre mis brazos.
Camino hacia ella. Vanesa permanece seria.
Cuando estoy enfrente de ella le pregunto:
-¿Me das mis cosas?.- Ella tuerce una sonrisa y da un paso hacia delante.
-¿Que me has llamado antes?.
Pienso, intento repasar toda la discusión de antes hasta que caigo que le había gritado “Gilipollas” en plena playa.
Me hago la sueca y frunzo el ceño.
-¿Puedes repetirlo?.-Insiste.
-Gilipollas.- Digo del tirón. Estiro mi mano para intentar alcanzar mis cosas pero de un movimiento rápido las esconde tras su espalda y dice:
-Dilo más lento.
Resoplo y se lo vuelvo a repetir.
-Gilipollas... ¿Me das ya mis cosas?.
-Que bien suena esa palabra de tu boca.
Me da mis cosas y caminamos en silencio hasta su coche.
En silencio recorremos los pocos kilómetros que hay del garito hasta su casa. Suena Cadena Dial de fondo.
Seguimos sin hablar.
Me quedo mirando como va conduciendo, al rato, me fijo que esboza una sonrisa, leve, pero sonrisa. No me hace falta más para volver a estallar.
-¿Te tienes que reír de todo siempre?
-¿No me puedo reír?.- Aparta la mirada de la carretera unos segundos para mirarme fijamente a los ojos.
-Te puedes reír, pero no cuando estamos discutiendo.- Sentencio.
Me cruzo de brazos y la veo fruncir el ceño. Pasa su mano por su nuca, aprovecha un semáforo en rojo para volver a mirarme.
-Discúlpame señorita, pero aquí la única que esta discutiendo es usted.
Eso me toca la moral. Me revuelvo en mi asiento y quitándome de nuevo la bufanda clavo mi ojos ardientes en ella.
-¿Yo? ¿Qué solo estoy discutiendo yo?.
Me quito el cinturón. Trasteo la puerta en busca del seguro para abrir la puerta. Cuando me ve, ella intenta hablar conmigo pero estoy tan encendida que maldigo y suelto miles de improperios. Le suelto un sin fin de reproches que no vienen a cuento. Ella atónita me mira.
-¿Lo ves?.- Comienza hablar.- Eres tú sola.
-¡Para el coche!.
-No... Malú estamos aquí al...
-¡Que pares el maldito coche!.
Es tal el frenazo que pega que mi cuerpo se estampa contra la guantera. La fusilo con la mirada. Su sonrisa vuelve a parecer y a mi me entran unas ganas horribles de arrancansela de la cara.
Salgo del coche a trompicones, pego tal portazo que enseguida Vane baja la ventanilla.
-Perdona...- Dice asomándose por ella.- ¿Podrías volver a cerrar la puerta? Esque creo que no la has cerrado bien.- Carcajea y arranca dejándome sola en la intemperie de Málaga.
La calle esta alumbrada con apenas 5 farolas, de las cuales dos no paran de parpadear hasta que una de ellas de apaga. “Perfecto” me hablo a mi misma al sentir en mi cuerpo unas tímidas gotas de agua.
A oscuras y lloviendo y sin saber muy bien a donde ir.
A lo lejos veo el coche de Vane desaparecer entre la oscuridad.
Tal y como yo quería, me vuelvo a poner la maldita bufanda.
Comienzo andar recto. Del bolso saco mi móvil y unos cascos. Cuando le doy al play suena ella. Pataleo.
¡¿Es que tiene que estar en todas partes?!
Cuando llevo andando más de 20 minutos, pude ver como un coche iba dirección hacia mi. Sus luces me ciegan, ¡el muy cabrón lleva las largas puesta!
-Qué buena noche se ha quedado ¿no?.- Fue bajando velocidad del coche hasta ir a mi paso.
-¿A esto le llamas buena noche?.

12/11/2014

Capitulo 4: Otra vez te eché de menos ¿Cuánto va a durarnos esto?

Málaga, mi destino favorito para volver a encontrarme y relajarme. El mar, el aire, todo, aquí todo es diferente. La forma de hablar, caminar, pensar, ser, aquí no existen ni Lunes desastrosos ni Domingos aburridos. Aquí la coletilla “Martín” se queda en Madrid. Aquí, en Málaga simplemente soy Vane, la hija de “La Toñi”.

Hoy era un día cualquiera, ¿sábado, domingo? No lo sé muy bien, hace tiempo que no miro ni el calendario ni el reloj. Solo sé que lo pasé reflexionando junto a la orilla. Era día de guitarra, folios, tinta y mar.

Al volver me di cuenta que mi casa había pasado de ser de personas decentes a un montón de psicópatas insaciables.
-¿Que pasa aquí?.- Entro al comedor y veo a mi madre arreglando a mi sobrina pequeña y a mi hermano mayor junto a su hija hablando pasando de los decibelios normales.

Mi ahijada se deshace de las manos de mi madre, corre por el pasillo pero antes de que se meta en el cuarto la cojo al vuelo.
-¿A donde vas tú?.- Le pregunto. Ella con una sonrisa que no le cabía en los labios me responde:
-Al concierto de Malú.- La dejo en el suelo y voy hacia mi madre. Necesito verificar dicha información.
-¡Mama!.- Doy pasos acelerados hasta tenerla enfrente.-¿A donde vais?
-A donde vamos querrás decir.- Responde con autoridad.
-Esta bien, ¿a donde vamos entonces?.
-A Fuenguirola.
-¿A qué?.
Mi madre, con la misma sonrisa que mi ahijada, me enseña las entradas para el concierto y responde a mi pesar:
-Al concierto de Malú.
-¿Lo qué?.
-Lo que oyes.
Miré hacia abajo, solo por dos motivos, el primer motivo era intentar tranquilizarme y el segundo pero no menos importante era para buscar frases, palabras lo que fuera para decirle a mi madre y no terminar por faltarle al respeto.
Opto por algo sencillo, rápido y entendible.
-Mama....- Cojo su cara y mirándola fijamente a los ojos digo pausadamente.- No voy a ir.
-Si vas a ir... Vanesa, cariño.
-Mama, no te lo estaba preguntando.
-Como quieras...
Camino hacia el sofá y me siento al lado de la única persona cuerda de toda la casa, mi abuela.
Cuando lo hago, lo hago cruzándome de piernas y brazos. Mi abuela clava sus ojos en mi, pero intento no darle importancia, pero con ella es imposible.
-Abuela, no quiero ir...- Digo sin que ella diga nada, solo su mirada me dice todo lo que me quiere decir.
-Mi niña...- Pone una de sus manos sobre mi pierna.- Yo no te he dicho nada.
-Ya... Pero sé lo que me quieres decir con solo mirarme.- Ahora si, clavo mi mirada en la suya.
-No te pido que vayas, pero solo te pido que no les tengas en cuenta que quieran ir.
-A mi me da igual.
-Les ha invitado Malú y eso les ha hecho más ilusión si cabe... Mira la niña.- Las dos miramos a mi ahijada. Ella estaba con unos pantaloncitos vaqueros y una camiseta blanca. No paraba de mirarse al espejo y de corretear por la casa. Estaba deseando irse solo para ver a Malú.
-Rocío es la que más a querido a Malú.- Digo sin quitarle ojo a mi niña.
-Hombre... Cuando Malú llegó a esta casa, Rocío estaba a días de nacer, prácticamente Malú ha estado en la vida de ella, es normal que la eche de menos y que quiera verla.

Siguiendo con mi mirada los pasos de mi sobrina, comenzaron a venirme un montón de recuerdos con ella y Malú. Sobre todo las noches. Cuando nos quedábamos a dormir en casa de mi madre, Rocío solía dormir con nostras en una cama de 90.
A mi siempre me hacían dormir con mi espalda pegada a la pared, Malú decía que así nos ahorraríamos caídas inesperadas. Mi sobrina, como siempre, estaba de parte de Malú y no me quedaba más remedio que dormir ahí. Y la verdad que la perspectiva era maravillosa.

Cuando ellos se fueron, sin pensarlo, cogí mi guitarra y las llaves del coche. Tras despedirme de mi abuela con un “Ahora vengo” me dirigí hacia la playa.
No entienda muy bien el agobio que sienta en mi cuerpo. Me despedí de ella porque no tengo el valor suficiente para decirle a la cara lo que siento. Y siento muchas cosas, y aunque ella sabe algunas cosas que le conté aquel día, no es ni una tercera parte de lo que tengo guardado para mi... Y ahora aparece como si nada y pretende que vaya a su concierto a verla...

Cuando llegué a la playa lo primero que hice fue sentarme en la arena y sacar la guitarra. Con la mirada puesta en el mar toqué varios acordes al azar. Y con la guitarra bien afinada puse a mi mente en modo aleatorio. Comencé a tocar “Hablas”.

Cuidas, que de tu lenguaje nunca nada comprometa 
Y yo que me muero por soltarme la coleta”



No sé el tiempo que pasé tocando casi todo el repertorio de mi nuevo CD. Con las manos cansadas y la voz casi rota eche mi vista hacia el cielo en su busca. La buscaba a ella, necesitaba su voz... Su voz que me sirva de aliento para poder enfrentarme a esto. Apreté mis puños y abrí los ojos.

"Abuela, ayúdame... Ayúdame por favor."

Abrían pasado más de dos horas en las que estuve "hablando" sola. Buscaba que me dijera que todo iba a salir bien, y que dentro de poco Malú volverá y será todo como fue al principio.
Pero todo se derrumba al sentirme de nuevo sola en mi triste y cruda realidad.
Seguían pasando los minutos hasta que mi tiempo se paró al escuchar un coche pararse justo detrás de mi.
Oí su voz desesperada. Me llamaba y no sé si me llamaba porque necesitaba verme o era para volver a la guerra. Y yo hoy no estoy preparada para ninguna guerra.

-Vane...- La escucho por detrás. Su tono de voz arrastra inseguridad y ansiedad. Cierro los ojos y respiro del aire que me trae la playa.


-¿Qué?.- Susurro. Dejo mi guitarra a un lado y me levanto de la arena. Me giro y me la encuentro apoyada en mi coche con una camisa de cuadros, un pantalón negro y unas convers. Su cara delata lo que su voz ya me dijo. Parece mentira que acaba de salir de un concierto. Ella siempre después de un concierto no había quien la parara. El subidón le duraba horas. Y ahora se le ve desganada, con poco tiempo y por su cara diría que un poco enfadada.

-¿Podemos hablar como dos personas normales?.- Se descruza de brazos y camina. Yo me encojo de hombros dándome por vencida una vez más.
-¿Por qué no has venido al concierto?.- Pregunta. Sin saber muy bien que contestar me vuelvo a encoger de hombros.
Se escuchaba como las olas rompían sobre las rocas. El airecillo que subía por las dunas y poco más. Yo hace mucho que me quedé sin respuestas y ella con muchas preguntas por hacer.
-Vane... Tú no estas bien.- Dijo colocando suavemente sus manos en mi cara. Yo las intenté esquivar pero ella me obligó a mirarla a la cara.
-No digo que estés así por lo que pasó entre nosotras. Me refiero mentalmente tu no estas bien.- Su cara de preocupación me asusta. Malú siempre ha sido muy exagerada. Sé que muchas cosas, circunstancias, momentos, me han cambiado el estado de ánimo, pero tampoco estoy, tan, tan, tan mal como dice ella.
-Estoy bien.- Digo segura. No sé de donde me saco una sonrisa que a mi me llega a convencer. Ella achina los ojos y aprieta más sus manso en mi cara. Con un movimiento rápido de cuello me deshago de sus manos.
-¡Illa!.- Paso mis manos por mi cara y reguño.- ¡Me vas a romper la mandíbula!.
-Cuanto tiempo sin escucharlo...- La miro extrañada mientras ella comienza a reírse sin control.
-¡Illa!.- Imita mi acento y vuelve a reír.
Mientras que caminaba hacia mi coche intentaba no reírme, intentaba aparentar lo que no era, y a mi eso de hacerme la dura me sale muy mal, así que deje de un lado todo y comencé a reírme con ella. Me apoyé en mi coche y la vi caminar hacia mí limpiándose las lágrimas que salían de sus ojos.


-Hacia tiempo que no me reía de esta manera.- Dijo dejando todo el peso de golpe en el capo de mi coche. Por unos instantes permanecemos calladas. Disfrutando de este momento que hacía un año que no teníamos. Por unos instantes hemos enterrado el hacha de guerra y volvemos a ser lo de antes.
-Vane...
Pasé de contestarle y fui directa a mirarle a los ojos.
-He echado tanto de menos estos momentos contigo...- Acarició suavemente mi mejilla. Volví a sonreír. Esta vez fue una sonrisa sincera. Yo también había echado de menos estos momentos con ella. Es más, no quiero perderlos.
Me dispongo a hablar y a decirle que yo también los echo de menos, pero su boca fue más rápida que la mía y termina por cubrir la mía.
Mi reacción instintiva fue dar varios pasos hacia atrás, intentando pararla, que no me volviera a besar. Sobre todo eso... Que no me volviera a besar.
Ella caminaba esta vez lento, con una mirada que ardía y que me invitaba, como otras tantas, a quererla.
Volví apoyarme en el coche. Extasiada por su beso, intento mantener las formas y reprimir mi instinto más salvaje. Ella lo sabe, se da cuenta que estoy luchando por no bersala. Eso le aviva más y camina hasta que su frente y la mía terminan juntándose. Pasa su lengua por su labio inferior y termina por susurrar:
-¿Quieres más?.



11/16/2014

Recuerdos 3: Hoy No.

Noviembre tiene 30 días, esos fueron los días que estuve llamando a Vanesa todas las noches a la misma hora, 20:45. No desistí. A veces me colgaba, otras me hablaba su buzón Movistar.
Hoy era 1 de diciembre. El mes más añorado del año se estrenó en Madrid con una lluvia torrencial. Se supone que hoy debería de estar feliz. Dentro de unas semanas empieza las Navidades, y a mi personalmente me encantan, me encanta reencontrarme con mi familia. Me encanta ir con mi hermano José a comprar los regalos de Reyes de mi hermano chico y los de mis padres. Me encanta reencontrarme con los míos, volver a Sevilla y Algeciras y dejar de ser por un tiempo “Malú” la artista, la cantante.
Hoy debería de estar así, pero no. Hoy no. Hoy la volví a llamar y como casi siempre me volvió a colgar.
Revisé la habitación en busca de mi chaqueta e ir a su casa. Cogí las llaves y en 15 minutos estaba aparcando en la calle de abajo.
Cuando llegué a su puerta, me miré en el pequeño espejo que lleva el ascensor. ¡Voy calada hasta los huesos! Y mis pintas... ¡Oh Dios! son de lo peor. Pero no hay vuelta atrás, aquí estoy, nadie me va a parar.
Toqué el timbre dos veces, el último lo alargué un poco más.
Desde fuera se podían escuchar perfectamente los pasos de Vanesa caminando hacia la puerta.
Oí el giro de llaves y todo mi cuerpo comenzó a temblar cual flan.
Silencio. Fue el único quien se atrevió hablar.
-Hola...- Susurré a punto del desmayo.
-Malú...
-¿Por qué no me has cogido el teléfono?.
-Malú...
¡Bien! Se sabe mi nombre...
La miro queriendo buscar de ella otra palabra que no sea mi nombre. Extendí mis brazos y se dio cuenta que parezco un mocho recién escurrido.
-Pasa, estas calada.- Se apartó cediéndome su casa para entrar en calor.
Yo, como un pequeño cordero, obedezco, la sigo. Me dice que entre al salón y me acomode. Cuando me siento en el sofá, se me pone la piel de gallina. El pequeño salón de apenas unos 5 metros esta caldeado. Vanesa camina a paso ligero con un par de toallas.
-Toma...- Dijo sin más. Se sentó a mi lado con la mirada fija en mi. Solo supe sonreír. A estas alturas creo que se me ha olvidado hablar.
-¿Te quieres duchar?.
-No, no voy tan mojada.- Me quité la camiseta y el sujetador.- Con secarme un poco sobra.- Extendí una de las toallas y la puse sobre mis hombros. Ella me imitó, cogió una toalla y la puso sobre mi pelo. Suavemente comenzó a frotar la toalla sobre mi cabeza.
No tuve duda, y me deje hacer. Dejé mi cuerpo muerto para facilitarle el trabajo. Solo puse mis brazos sobre mis hombros, cerré los ojos y me deje llevar.
-Vane...- Resoplo. Ella no dice nada, pero me puedo imaginar su cara.- Yo solo quiero hablar contigo.
-Habla.- Me revuelvo al oír su tono.
-¡Así no!.- Levanto la cabeza y todos mis pelos alborotados caen por mi cara. Vane suelta una carcajada y yo intentando no reírme y que me tome enserio, prosigo.- Quiero hablar y que me escuches. Y que hables tu también... Sobre todo eso... Que hables.
-Pues tu dirás...- Se acomodó apartando los cojines que habían en su espalda y sonrió ampliamente.
-Yo... Tú...- Sacudí mi cabeza en busca de la frase perfecta. Vanesa clava sus ojos en los míos y la sonrisa de antes se esfumo. Esta seria y eso me inquieta.
-Necesito saber si tu me ves y me sientes de la misma manera que te veo y te siento yo...- Sigue con el mismo rostro de antes, pero esta vez creo que ni parpadea.
-Vane...- Aparté varios cojines tirándolos hacia atrás. Fui acercándome hasta que ella me paró.
-Un momento... Mejor hablamos mañana, ¿vale?.
¿Como? ¿Perdona? ¡No quiero hablar mañana!
Quiero revelarme y decirle que no, que tiene que ser ya.
Pero me dejo caer bajo su poder de convicción y le digo que si, que mejor hablamos mañana...

Me lleva hacia su cuarto. Me quedo observando toda la habitación. Tiene 3 guitarras, un piano, y un escritorio lleno de folios con frases y tachones. Ella me mira con la misma cara de antes. 

-¿Así es como compones?.- Señalo la mesa intentando quitar un poco de hierro al asunto. Vanesa sin cambiar el rostro se encoje de hombros. ¿Me tengo que dar por contestada? Parece que sí... Me aparta la mirada, lo único que hace es tirarme una camiseta a las manos. La miro, la abro, tiene pinta de ser de hombre, es súper grande.

-¿De quién es?.- Pregunto mientras me la pongo.
Ella sin mirarme, responde:
-De mi hermano.
Al cabo de un rato, cuando creo que se le ha pasado un poco este pequeño mal trago, Vanesa abre la cama y me hace un gesto para que me meta en ella, yo obedezco, ¡como para decirle que no!.
-¿Vas a dormir aquí conmigo?.- Pregunto al verla sentada al otro lado de la cama.
-¿Donde quieres que duerma?.- No puede sonar más borde porque no quiere... Luego me lo dicen a mi...
Antes de meterse en la cama, saca un CD del primer cajón de la mesita que tiene enfrente y camina con el hasta un pequeño equipo de música, cuando lo pone inmediatamente reconozco esos acordes y esa voz, es “Heaven” de Bryan Adams. Sonrío y antes de que pueda preguntar algo se adelanta.
-No puedo dormir si no tengo algo de fondo... No sé... Mi abuela solía cantarme de pequeña para que me durmiera, supongo que esa manía no me la puedo quitar...
La miro con ternura y se me vuelve adelantar antes de poder decirle que me parece fantástico dormir así. Parece que Vanesa vaya dos segundos por delante mía.
-La puedo quitar si quieres.
-¡NO! No la quites, no me molesta para nada.- Vane sonríe aliviada y... ¿He dicho sonríe? ¡Oh Dios mio! ¡Estoy por llamar a los de la discoteca del barrio para montar una fiesta por ello! ¿Tan mal le ha sentado que me sincere con ella? Me da vértigo pensar que es lo que puede estar pasando ahora mismo por su cabeza.

Horas después, cuando pienso que toda la guerra ha acabado, me despierto por la culpa de una luz clarita que entra por la puerta.
Me paso las manos por la cara mil veces, miro para mi derecha y Vanesa no está. Con delicadeza salgo del cuarto y me la encuentro en el sofá con su perro. Ella me mira con la misma cara de casi siempre. Me da miedo el preguntar, me quedo quieta, parada, apoyada en el marco de la puerta de brazos cruzados.
-Para dormir conmigo hay que tener un manual de primeros auxilios al lado... Me muevo muchísimo. - Se levanta y mientras camina prosigue.- No quiero hacerte daño...
¿Esto último lleva doble sentido? Quiero contestar, formo miles de frases en mi mente que suenen bien y no quedar de idiota delante de ella, pero no llego ni a vocalizar.
-No te preocupes...- Se frena a escasos centímetros de mi.- He dormido fenomenal con Pongo.- Sonríe y acaba convenciéndome, y no sé si lo hace porque su argumento realmente me ha convencido o simplemente porque me ha sonreído y he sentido como si el mundo se parara de golpe.
-¿Has dormido bien?.- Pregunto. Ella asiente sin quitar la sonrisa. Me siento falta, la he echado de su propia cama sin saberlo. 
-Tú deberías de estar durmiendo...- Me quedo tan prendida de su mirada que realmente no la estoy escuchando.
El corazón se me va a salir del pecho.
-Malú... ¿Me estas escuchando?.
-Si, si... Claro... Claro...
Vanesa da un paso hacia delante, queda tan cerca de mi que su olor enseguida inunda mis fosas nasales y cuando pienso que estoy apunto de un infarto, Vanesa mete una de sus manos por mi espalda. Cierro los ojos y sonrío como una tonta. Pero todo se derrumba de golpe cuando oigo el picaporte y siento la puerta abrirse...
-Vamos...- Susurra, me coge de las caderas y suavemente me gira.
Hago otro intento, me vuelvo a girar, y le propongo que duerma conmigo, pero como era de esperar dijo que no.
Antes de entrar de nuevo a la habitación le doy las buenas noches, ella no me contesta, solamente, se gira y me sonríe. Y haciendo balance, creo que nunca me habían dicho "Buenas noches" de una manera tan bonita. 



Cuando amanezco me doy cuenta que estoy sola en la casa. La poca luz que entra por la persiana me ciega. Apoyo mi espalda al cabecero y me encuentro una nota encima de la cama. La abro con cuidado. 
He tenido que salir, puedes coger todo lo que te apetezca de mi casa.
PD: Te veo y te siento, aunque intento no hacerlo, pero a veces me lo pones muy difícil"





11/11/2014

Recuerdos 2: Lo Que Nunca Te Llegue A Contar.

Cuando conocí a Vanesa más a fondo, pude ver grandes cualidades de su personalidad que me encantaban. Me rendí totalmente a su música. Su forma de escribir, cantar, interpretar, tocar... Vanesa sin duda alguna es una de las personas más especiales que he llegado a conocer. No todo era tan desastroso como le dije a Pastora. ¡Al principio nos llevábamos a matar!.
Ese día quise componer algo, pero como siempre necesito un empujón, esta vez no llamé a Melendi, llamé a Vanesa.
Le conté lo que quería hacer hoy y no dudó en venir con su guitarra acuestas cuando le dije que quería añadir una canción compuesta por las dos en la reedicion de Guerra Fría.

Las dos estábamos tiradas en el suelo. Ella no paraba de apuntar y tachar en el folio, yo a veces me embobaba ante su magia y otras pocas escribía algo.

Me sacó de mis pensamientos su magnifica voz. La escuché entonar el final del estribillo... ¡Que estribillo!

Yo ya te estaba dando...
Más de lo que tocaba vivir“

La miré, me miró y sonrió triunfante.
-¡Pues ya la tenemos pequeña saltamontes!.- Dejó el lápiz en el suelo, se estiró y apoyó su espalda en el sofá.
-¡Está genial! Hablaré con Rubén y que sea él el que ponga el piano, ¿que te parece?.
-Me parece que es el mejor músico que podrías elegir para este tema. Piano y voz ¿no?.
-¡Por supuesto!

Seguíamos enredadas con el tema de la canción. Le miraba a los ojos y de vez en cuando le miraba la boca. Pensé mucho en contenerme. Hice una lista de pros y contras mentalmente en cuestión de 5 segundos. ¿La beso? ¿Qué pierdo? O mejor dicho ¿Qué gano?
Aparté sutilmente su guitarra, acorté los centímetros que nos separaba. Ella seguía mis movimientos con su mirada pero no decía ni hacia nada.
Cogí su cara con mis manos.
-¿Sabes que eres una persona muy especial?.
-Malú... No creo...- La corto murmurando pausadamente ante su boca:
-Al principio me caíste fatal, poco a poco te fui conociendo y no sé...- Rio y no puedo evitar acercarme un poco más cuando la veo sonreír.
¡Me lanzo! Me sonríe otra vez y me tiro sin saber si la piscina esta vacía, llena o a rebosar.
-¿No me digas?.- Ríe irónicamente.
-Si...- Respondo en forma de susurro.
No me atrevo ni a respirar. No quiero romper lo que sea que nos envuelve.
Termino juntando su frente con la mía, dándole un beso de esquimal.
Embrujada por tener su mirada tan cerca, me acerco peligrosamente a su boca y sin pensarlo le doy un pico lento. Vane coloca con suavidad sus manos en mi nuca. Su boca me sonríe y no puedo evitar pasar uno de mis dedos por los hoyuelos que se le forman cuando lo hace.
Nos fuimos acercando pero no lentamente, fue un choque de miradas que hablaba por si solo. Nos acerquemos a la misma velocidad que subía la temperatura por las paredes de esta casa.
Su beso me arde, me quema, no quiero que acabe. De hecho, quiero más. La vuelvo a besar con más ganas si cabe. Mi boca se ha vuelto exigente pero sumisa.

La vivo, la siento, le muerdo el labio inferior, veo como frunce el ceño de dolor, pero en estos momentos me importa bien poco.
Dispuesta a venderme por la lujuria, me acerco todo lo que puedo colocando una de mis manos en su nuca. Con la otra fui apartando todo lo que Vanesa tenía detrás de ella y la fui acostando poco a poco en el suelo.
Ella metió sus manos por debajo de mi camiseta, de un movimiento rápido me la quita, eso me hace volver a reír y pensar que no es la primera vez que hace esto.
Entre besos le musito un “Ven” ella asiente. Ladea su sonrisa y pude ver el morbo y las ganas en ella. No tardo en cogerme otra vez a su cuello y volver a empezar. Entre traspiés la llevo a mi cuarto. Cuando entramos lo primero que hago es cerrar la puerta. No quiero que se largue.
-No me voy a ir.- Dice. Su voz parece que haya cobrado otro tono, o yo ya esque la veo diferente.
-No te voy a dejar ir hasta que no me hagas feliz.- Carcajeo y ella lo hace conmigo. Doy unos cuantos pasos mas, hasta tenerla cerca, tan cerca donde su respiración y la mía se entrelazan.
-Hacerte feliz.- Repite.- Ahora se llama así ¿no?.- Murmura.
Yo asiento, le toco el pelo, voy bajando hasta acariciar su cuello. Cuando lo hago la escucho respirar hondo y cerrar los ojos. Creo que he encontrado su punto débil. Cuando dejo de hacerlo los vuelve abrir y clava su penetrante mirada en la mía.
-No vuelvas hacer eso.- Me advierte azuzándome con la mirada.
Yo, juguetona, con ganas de provocar, me acerco a ella, voy a su cuello pero esta vez con mi boca, dejo pequeños besos hasta subir por su barbilla, ahí le dejo un pequeño mordisco.
La escucho soltar un pequeño gruñido que no deja salir de su boca. 


Y sin miramientos, me coge por debajo de las piernas y me sube a su cintura para dejarnos caernos en medio de la cama.
La sensación de sus manos subiendo por mis costillas me esta llevando al borde de la locura. Sus besos bajan poco a poco hasta chocar en mi ombligo. Hace un parón, ni me toca, ni me besa, yo abro mis ojos y la veo mirándome el pendiente del ombligo.
¡Vale! Fue con 16 años, ¿Pero qué pasa? ¿Por qué no sigue?
-Vane... ¿Qué pasa?.- Me muevo inquietante. Ella tarda en responder y yo me estoy poniendo nerviosa.
La siento subir hasta llegar a mi boca de nuevo. Ahí, en mis labios planta un pequeño beso, y sin separarse le noto decir “Me encanta tu cuerpo”. Sin poder decir nada, vuelve a bajar hasta mi ombligo.
Una vez ahí me besa, me toca, muevo mis caderas pidiéndole más.
Vanesa posa sus manos en mis rodillas, y con suavidad me pregunta:
-¿Me dejas pasar?.
¡Oh por favor! Si te dejo pasar dice.
No me lo pienso, asiento mientras sonrío. Me desabrocho el botón del pantalón y me lo quito. Ella no aparta la mirada y eso en cierto modo me inquieta. Me inquieta el no saber lo que piensa y lo que quiere.
Vanesa poco a poco se va recostando en la cama. Me besa primero en la rodilla.
-Pase lo que pase.- Me vuelve a besar, pero esta vez en la cara interna de mi muslo derecho. Al notarla tan cerca de mi suelto un pequeño grito ahogado.- Pase lo que pase.- Vuelve a repetir.- No cierres las piernas.- Ordena. Me vuelve a besar, pero esta vez más cerca, yo intento hacerle caso, mis piernas tiemblan, quiero obedecer, me agarro a las sabanas e intento mantenerlas abierta.Me resulta un poco difícil cuando comienza el juego.
Todo esto es casi nuevo para mi, no me asusta, ni me da miedo, simplemente me atrae, me atrae y mucho, he estado con muchas mujeres, pero con ninguna que hace tiempo consideraba una amiga.

Nos tiremos horas en mi habitación. Entremos en un circulo vicioso, no habíamos terminado y estábamos volviendo a empezar.
Cuando creo que le ponemos punto y final a este pequeño encuentro, Vanesa se acerca a mi y deja en mi pelo un pequeño beso.
-Me tengo que ir.- Dice sin más.
Yo con mi cara de asombro saco mi cabeza de la almohada en busca de sus ojos.
-¿Por qué?.- Pregunto exaltada. No quiero que se vaya. Ahora atraco a mi cabeza con miles de preguntas estúpidas.
¿Por qué se va? ¿Habrá otra? ¿No le habrá gustado?
La cabeza me da vueltas y creo que esta a punto de estallar.
-Tengo obligaciones que hacer.- Sonríe, y yo solo le levanto una ceja pidiéndole más explicaciones con mi mirada. Sé que no soy nadie. Pero irse así porque si después de lo que ha pasado... ¡Por eso no paso!
-Tengo un perro al que pasear, seguro que cuando entre por la puerta me lo encuentro de piernas cruzadas. Es más, mañana tengo una reunión muy importante.- Dice poniéndose la camiseta.- Estamos planeando ir a Argentina en el próximo disco y tengo que estar plena no, ¡plenísima!.
Sin decir nada más se levanta, se abrocha el pantalón, y deja un simple y soso beso en mi frente.
-Nos vemos.
Esa es su despedida, ni un "te llamaré" o "llámame", ni un “¿cuando nos volvemos a ver?”... Nada... Nos vemos dice...
-Nos vemos.- Respondo seca.
Cuando ve que me envuelvo con las sabanas, me para con su voz.
-No hace falta que me acompañes, sé donde esta la puerta.
Tras lo dicho, se gira y entorna la puerta. Cuando la veo desaparecer me tiro en la cama y ruedo en ella como si quiera una niña de 15 años. Lo que acaba de pasar entre estas cuatro paredes no había pasado nunca jamas. ¡Ha sido fantástico!

Pasaron las semanas y nuestros encuentros se multiplicaban por 10. Cualquier escusa era valida para acabar juntas en una cama.
Era nuestro secreto.
Un día cuando me dispongo a llamarla no me lo coge, le envió miles de mensajes y nada.
Cabreada quedo con Pastora, a ella no le podía contar nada, y eso me daba más rabia, tenía que contarle a alguien esto.
Tras estar en su casa más de una hora, mi enfado se va menguando hasta que suena el móvil de Pastora.
La veo sonreír cuando lee en la pantalla en nombre de quien la llama. Sin duda, cuando Pastora lo coge, la escucho, esa voz, la podría reconocer a kilómetros.
Callada la escucho hablar con Vanesa. Ahora me entero que la mujer con la que comparto cama y sexo, aparte de amistad, se ha ido a Málaga.
Ese día cuando llegué a casa le envié un sin fin de mensajes, que no pudiera contárselo a nadie no significaba que a ella no le podía contar lo mal que me lo estaba haciendo pasar.
Ahí, en ese punto, cuando envíe mi mensaje número mil, me dí cuenta que esto no es lo que acordemos. Me estoy dando cuando que Vanesa me importa más de lo que creía. Al darme cuenta de lo que sentía, cogí de nuevo el móvil, volví a teclear su número, como era de esperar no me lo cogió, así que decidí mandarle un mensaje. Sé que no me contestará, pero sé que leerlo lo hará. Sin pensarlo, cerré los ojos y le escribí. 

"Te necesito" 

Novela "Aquí y Ahora"

Novela "Aquí y Ahora"