Cuando
conocí a Vanesa más a fondo, pude ver grandes cualidades de su
personalidad que me encantaban. Me rendí totalmente a su música. Su
forma de escribir, cantar, interpretar, tocar... Vanesa sin duda
alguna es una de las personas más especiales que he llegado a
conocer. No todo era tan desastroso como le dije a Pastora. ¡Al
principio nos llevábamos a matar!.
Ese
día quise componer algo, pero como siempre necesito un empujón,
esta vez no llamé a Melendi, llamé a Vanesa.
Le
conté lo que quería hacer hoy y no dudó en venir con su guitarra
acuestas cuando le dije que quería añadir una canción compuesta
por las dos en la reedicion de Guerra Fría.
Las
dos estábamos tiradas en el suelo. Ella no paraba de apuntar y
tachar en el folio, yo a veces me embobaba ante su magia y otras
pocas escribía algo.
Me
sacó de mis pensamientos su magnifica voz. La escuché entonar el
final del estribillo... ¡Que estribillo!
“Yo
ya te estaba dando...
Más de lo que tocaba vivir“
Más de lo que tocaba vivir“
La
miré, me miró y sonrió triunfante.
-¡Pues
ya la tenemos pequeña saltamontes!.- Dejó el lápiz en el suelo, se
estiró y apoyó su espalda en el sofá.
-¡Está
genial! Hablaré con Rubén y que sea él el que ponga el piano, ¿que
te parece?.
-Me
parece que es el mejor músico que podrías elegir para este tema.
Piano y voz ¿no?.
-¡Por
supuesto!
Seguíamos
enredadas con el tema de la canción. Le miraba a los ojos y de vez
en cuando le miraba la boca. Pensé mucho en contenerme. Hice una
lista de pros y contras mentalmente en cuestión de 5 segundos. ¿La
beso? ¿Qué pierdo? O mejor dicho ¿Qué gano?
Aparté
sutilmente su guitarra, acorté los centímetros que nos separaba.
Ella seguía mis movimientos con su mirada pero no decía ni hacia
nada.
Cogí
su cara con mis manos.
-¿Sabes
que eres una persona muy especial?.
-Malú...
No creo...- La corto murmurando pausadamente ante su boca:
-Al
principio me caíste fatal, poco a poco te fui conociendo y no sé...-
Rio y no puedo evitar acercarme un poco más cuando la veo sonreír.
¡Me
lanzo! Me sonríe otra vez y me tiro sin saber si la piscina esta
vacía, llena o a rebosar.
-¿No
me digas?.- Ríe irónicamente.
-Si...-
Respondo en forma de susurro.
No
me atrevo ni a respirar. No quiero romper lo que sea que nos
envuelve.
Termino
juntando su frente con la mía, dándole un beso de esquimal.
Embrujada
por tener su mirada tan cerca, me acerco peligrosamente a su boca y
sin pensarlo le doy un pico lento. Vane coloca con suavidad sus manos
en mi nuca. Su boca me sonríe y no puedo evitar pasar uno de mis
dedos por los hoyuelos que se le forman cuando lo hace.
Nos
fuimos acercando pero no lentamente, fue un choque de miradas que
hablaba por si solo. Nos acerquemos a la misma velocidad que subía
la temperatura por las paredes de esta casa.
Su
beso me arde, me quema, no quiero que acabe. De hecho, quiero más.
La vuelvo a besar con más ganas si cabe. Mi boca se ha vuelto
exigente pero sumisa.
La
vivo, la siento, le muerdo el labio inferior, veo como frunce el ceño
de dolor, pero en estos momentos me importa bien poco.
Dispuesta
a venderme por la lujuria, me acerco todo lo que puedo colocando una
de mis manos en su nuca. Con la otra fui apartando todo lo que Vanesa
tenía detrás de ella y la fui acostando poco a poco en el suelo.
Ella
metió sus manos por debajo de mi camiseta, de un movimiento rápido
me la quita, eso me hace volver a reír y pensar que no es la primera
vez que hace esto.
Entre
besos le musito un “Ven” ella asiente. Ladea su sonrisa y pude
ver el morbo y las ganas en ella. No tardo en cogerme otra vez a su
cuello y volver a empezar. Entre traspiés la llevo a mi cuarto.
Cuando entramos lo primero que hago es cerrar la puerta. No quiero
que se largue.
-No
me voy a ir.- Dice. Su voz parece que haya cobrado otro tono, o yo ya
esque la veo diferente.
-No
te voy a dejar ir hasta que no me hagas feliz.- Carcajeo y ella lo
hace conmigo. Doy unos cuantos pasos mas, hasta tenerla cerca, tan
cerca donde su respiración y la mía se entrelazan.
-Hacerte
feliz.- Repite.- Ahora se llama así ¿no?.- Murmura.
Yo
asiento, le toco el pelo, voy bajando hasta acariciar su cuello.
Cuando lo hago la escucho respirar hondo y cerrar los ojos. Creo que
he encontrado su punto débil. Cuando dejo de hacerlo los vuelve
abrir y clava su penetrante mirada en la mía.
-No
vuelvas hacer eso.- Me advierte azuzándome con la mirada.
Yo,
juguetona, con ganas de provocar, me acerco a ella, voy a su cuello
pero esta vez con mi boca, dejo pequeños besos hasta subir por su
barbilla, ahí le dejo un pequeño mordisco.
La
escucho soltar un pequeño gruñido que no deja salir de su boca.
Y sin miramientos, me coge por debajo de las piernas y me sube a su cintura para dejarnos caernos en medio de la cama.
La
sensación de sus manos subiendo por mis costillas me esta llevando
al borde de la locura. Sus besos bajan poco a poco hasta chocar en mi
ombligo. Hace un parón, ni me toca, ni me besa, yo abro mis ojos y
la veo mirándome el pendiente del ombligo.
¡Vale!
Fue con 16 años, ¿Pero qué pasa? ¿Por qué no sigue?
-Vane...
¿Qué pasa?.- Me muevo inquietante. Ella tarda en responder y yo me
estoy poniendo nerviosa.
La
siento subir hasta llegar a mi boca de nuevo. Ahí, en mis labios
planta un pequeño beso, y sin separarse le noto decir “Me encanta
tu cuerpo”. Sin poder decir nada, vuelve a bajar hasta mi ombligo.
Una
vez ahí me besa, me toca, muevo mis caderas pidiéndole más.
Vanesa
posa sus manos en mis rodillas, y con suavidad me pregunta:
-¿Me
dejas pasar?.
¡Oh
por favor! Si te dejo pasar dice.
No
me lo pienso, asiento mientras sonrío. Me desabrocho el botón del
pantalón y me lo quito. Ella no aparta la mirada y eso en cierto
modo me inquieta. Me inquieta el no saber lo que piensa y lo que
quiere.
Vanesa
poco a poco se va recostando en la cama. Me besa primero en la
rodilla.
-Pase
lo que pase.- Me vuelve a besar, pero esta vez en la cara interna de
mi muslo derecho. Al notarla tan cerca de mi suelto un pequeño grito
ahogado.- Pase lo que pase.- Vuelve a repetir.- No cierres las
piernas.- Ordena. Me vuelve a besar, pero esta vez más cerca, yo
intento hacerle caso, mis piernas tiemblan, quiero obedecer, me
agarro a las sabanas e intento mantenerlas abierta.Me resulta un poco
difícil cuando comienza el juego.
Todo
esto es casi nuevo para mi, no me asusta, ni me da miedo, simplemente
me atrae, me atrae y mucho, he estado con muchas mujeres, pero con
ninguna que hace tiempo consideraba una amiga.
Nos
tiremos horas en mi habitación. Entremos en un circulo vicioso, no
habíamos terminado y estábamos volviendo a empezar.
Cuando
creo que le ponemos punto y final a este pequeño encuentro, Vanesa
se acerca a mi y deja en mi pelo un pequeño beso.
-Me
tengo que ir.- Dice sin más.
Yo
con mi cara de asombro saco mi cabeza de la almohada en busca de sus
ojos.
-¿Por
qué?.- Pregunto exaltada. No quiero que se vaya. Ahora atraco a mi
cabeza con miles de preguntas estúpidas.
¿Por
qué se va? ¿Habrá otra? ¿No le habrá gustado?
La
cabeza me da vueltas y creo que esta a punto de estallar.
-Tengo
obligaciones que hacer.- Sonríe, y yo solo le levanto una ceja
pidiéndole más explicaciones con mi mirada. Sé que no soy nadie.
Pero irse así porque si después de lo que ha pasado... ¡Por eso no
paso!
-Tengo
un perro al que pasear, seguro que cuando entre por la puerta me lo
encuentro de piernas cruzadas. Es más, mañana tengo una reunión
muy importante.- Dice poniéndose la camiseta.- Estamos planeando ir
a Argentina en el próximo disco y tengo que estar plena no,
¡plenísima!.
Sin
decir nada más se levanta, se abrocha el pantalón, y deja un simple
y soso beso en mi frente.
-Nos
vemos.
Esa
es su despedida, ni un "te llamaré" o "llámame",
ni un “¿cuando nos volvemos a ver?”... Nada... Nos vemos dice...
-Nos
vemos.- Respondo seca.
Cuando
ve que me envuelvo con las sabanas, me para con su voz.
-No
hace falta que me acompañes, sé donde esta la puerta.
Tras
lo dicho, se gira y entorna la puerta. Cuando la veo desaparecer me
tiro en la cama y ruedo en ella como si quiera una niña de 15 años.
Lo que acaba de pasar entre estas cuatro paredes no había pasado
nunca jamas. ¡Ha sido fantástico!
Pasaron
las semanas y nuestros encuentros se multiplicaban por 10. Cualquier
escusa era valida para acabar juntas en una cama.
Era
nuestro secreto.
Un
día cuando me dispongo a llamarla no me lo coge, le envió miles de
mensajes y nada.
Cabreada
quedo con Pastora, a ella no le podía contar nada, y eso me daba más
rabia, tenía que contarle a alguien esto.
Tras
estar en su casa más de una hora, mi enfado se va menguando hasta
que suena el móvil de Pastora.
La
veo sonreír cuando lee en la pantalla en nombre de quien la llama.
Sin duda, cuando Pastora lo coge, la escucho, esa voz, la podría
reconocer a kilómetros.
Callada
la escucho hablar con Vanesa. Ahora me entero que la mujer con la que
comparto cama y sexo, aparte de amistad, se ha ido a Málaga.
Ese
día cuando llegué a casa le envié un sin fin de mensajes, que no
pudiera contárselo a nadie no significaba que a ella no le podía
contar lo mal que me lo estaba haciendo pasar.
Ahí,
en ese punto, cuando envíe mi mensaje número mil, me dí cuenta que
esto no es lo que acordemos. Me estoy dando cuando que Vanesa me
importa más de lo que creía. Al darme cuenta de lo que sentía,
cogí de nuevo el móvil, volví a teclear su número, como era de
esperar no me lo cogió, así que decidí mandarle un mensaje. Sé
que no me contestará, pero sé que leerlo lo hará. Sin pensarlo,
cerré los ojos y le escribí.
"Te
necesito"
No hay comentarios:
Publicar un comentario